Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



sábado, 1 de noviembre de 2008

¿Tenía razón El Libertador?


¿Tenía razón el Libertador Simón Bolívar, cuando pensaba que Estados Unidos parecía predestinado a plagar la América de miseria a nombre de la libertad o acaso es elucubración de individualidades que parecieran haber nacido con el sello que dice made in Usa en sus frentes? Es una interrogante como cualquier otra, pero puede ser respondida simplemente al tomar en consideración hechos que saltan a la vista y que nos golpean de modo contundente una y otra vez, de manera repetitiva todos los años. Hemos estado leyendo el artículo del Dr. Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina, publicado por el Servicio Informativo "Alai-amlatina".
El artículo es altamente esclarecedor cuando, desde Buenos Aires, su autor refiere que La enumeración de las atrocidades cometidas en los últimos tiempos contra los pueblos y la naturaleza para salvaguardar el sistema capitalista ocuparían todas las páginas de este diario”. Valga decir que una versión más resumida de dicha nota fue publicada en Página 12, de Buenos Aires, el día 31 de Octubre del presente año. Boron se detiene a comentar una nota de gran actualidad, “ante la inminencia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y la votación que días atrás tuvo lugar en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde 185 de los 192 países miembros aprobaron, por decimoséptima vez, una resolución exigiendo poner fin al bloqueo iniciado hace cuarenta y seis años en contra de Cuba”.
El académico analiza la situación y escribe que en unas 17 ocasiones, en Washington ignoraron por completo “las recomendaciones, prácticamente unánimes, de la comunidad internacional. Y todavía tiene el descaro de arrogarse la misión de diseminar la justicia y la libertad a lo largo y a lo ancho del planeta”.Esta realidad de la conducta de quienes controlan el gobierno estadounidense, como puede apreciarse, ya era algo que estaba en la visión del Libertador Simón Bolívar. Este hombre, de talla inconmensurable, tuvo una especie de pensamiento, mezcla entre filosofía y sociología, que le permitió expresar opiniones tan certeras.
Capacidad para prever el peligro
El ruso Anatoli Shulgovski, en su ensayo Bolivarismo y monroísmo, que forma parte de la antología de ensayos del historiador Juvenal Herrera Torres, editada por El Perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y de quien hemos escrito antes, escribió al respecto que “Con frecuencia estas palabras (las dichas por El Libertador sobre USA) se consideran de modo general, como testificación de la asombrosa capacidad de bolívar de prever el gran peligro que podían encerrar las ambiciones imperiales de Estados Unidos, con su política expansionista, para los pueblos latinoamericanos”.
Imaginamos que el glorioso guerrero, desde el empíreo, debe estar exclamando y repitiéndonos a los latinoamericanos ¡Yo se los dije, se los venía diciendo! Sugiere este ensayista que así, en ese enfoque, Bolívar es caracterizado por ser el precursor del antiimperialismo.
Pero Shulgovski no se queda simplemente en ese comentario sino que se interroga acerca del planteamiento inicial con el que comenzamos esta nota y dice que es importante dilucidar a cual libertad se refirió Bolívar respecto a los Estados Unidos. ¿Por qué estos últimos parecían, según sus palabras, destinados por la misma providencia a traer males a los jóvenes Estados Latinoamericanos, en nombre de la sagrada libertad?
Para el autor, tal tipo de interrogante siempre se ha respondido en el marco de del “Bolivarismo contra monroísmo”. Luego agrega que el rechazo de Bolívar a las instituciones estatales de Estados Unidos debe ser examinado en el contexto de la búsqueda de este luchador de los ideales sociales que se ajustaran a las condiciones históricas concretas de la vida de los pueblos latinoamericanos y de las bases sociales y políticas de esas jóvenes naciones.
Apunta al respecto el ensayista, que es importante señalar que el modelo constitucional que El Libertador había elaborado para la naciente Bolivia “…por principio, se diferenciaba en gran parte de la Constitución norteamericana, con su recortada y limitada soberanía popular, por los innumerables obstáculos jurídicos en el camino de su realización. Sin hablar de que ambas constituciones se distancian diametralmente una de la otra con respecto a la esclavitud”.
Tener una reducida visión acerca de la soberanía popular, casi sembrada como un adn, del resto de los pueblos del mundo, es precisamente la característica tan nefasta que asume el equipo que controla a los Estados Unidos, al punto que como dice Atilio Boron, “En 17 oportunidades Washington ignoró olímpicamente las recomendaciones, prácticamente unánimes, de la comunidad internacional. Y todavía tiene el descaro de arrogarse la misión de diseminar la justicia y la libertad a lo largo y a lo ancho del planeta”.
Pero, por otro lado, hay que reseñar también, lo escrito por el académico ruso, al referir que “El general Santander y sus partidarios vieron su ideal político en las instituciones estatales de Estados Unidos, acercándose en sus concepciones a la ideología del federalismo norteamericano.
No pudiéramos dejar de citar acá lo señalado por el fallecido historiador, poeta y bolivariano, el colombiano Juvenal Herrera Torres, cuando escribió La bacanal de las fieras y en donde textualmente acuñó: “La muerte del Libertador fue la coyuntura para que el santanderismo abriera su caja de Pandora. El gobierno de Bogotá hizo llegar una nota de cobro al gobernador de Santa Marta, por haber sufragado con dineros del Estado el austero funeral de Bolívar. Fue entonces cuando Santander reconoció como suyo un libraco que había escrito contra Bolívar en 1829, Ese escrito fue agregado a sus Memorias. Allí Santander afirma:
Yo fui uno de los que, siendo vicepresidente de Colombia, contradijeron y resistieron sus proyectos con firmeza y legalidad; me opuse a la dictadura militar a que él aspiraba ardientemente (…) Sus decretos después del año de 1828, en que subió al poder absoluto, parecen dictados por el gabinete de Felipe II. Sólo la inquisición no se ha restablecido en Colombia. Bolívar no ama el clero, aunque le hace corte con destreza y maña. Menos ama a los abogados y libertadores.
Herrera Torres dice que “Santander no hacía más que copiar el repugnante lenguaje utilizado contra Bolívar por los diplomáticos y espías de los Estados Unidos. Por ejemplo William Tudor:
La profunda hipocresía del general Bolívar ha engañado hasta ahora al mundo…muchos de sus antiguos amigos (¡como Santander!) han descubierto sus intenciones hace más de un año y ya lo han abandonado. Con la violenta disolución del Congreso (Lima, 1826), la máscara debe caer del todo y el mundo verá con indignación, o con aquel a quien el destino por una afortunada combinación de circunstancias había preparado los medios para dejar una de las más nobles reputaciones que la historia pudiera registrar, sea recordado como uno de los más rastreros usurpadores militares, cargados con el peso de la maldición de sus contemporáneos por las calamidades que su conducta ha de traer aparejada.
Juvenal Herrera Torres enfatiza en su ensayo al decir ¡Qué extraordinaria semejanza hay entre los escritos infames de Santander contra Bolívar y los de los funcionarios de Washington! Ya hemos visto como unos y otros tenían una amistad de propósitos que llevaron a la muerte de Bolívar y Colombia. En cambio, Santander era objeto de halagos y zalemas por parte del gobierno de los Estados Unidos, lo que trae a la memoria aquella sabia frase de Saint Beuve: ¡”Dime quien te admira y te diré quien eres”!
Con época y nombres diferentes, hoy tenemos una realidad muy parecida entre los Estados Unidos y las naciones latinoamericanas que buscan un horizonte diferente, con relaciones respetuosas y donde la soberanía de los pueblos no siga siendo mancillada.
Hoy pasa como en aquellos tiempos, los enemigos de la patria y del liderazgo latinoamericano tienen otras referencias, pero siguen siendo enemigos mortales de la soberanía y libertad de los pueblos y, ayer como hoy, tienen sus lisonjeros y traidores de turno.

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