Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 24 de julio de 2012

Latinoamérica, la tierra de la herencia mágica



 
Margen de río Orinoco, lugar de los otomacos
Algunos latinoamericanos parecieran querer desentenderse de su ADN indígena, y sueñan de modo permanente codearse con los anglosajones y europeos, en la creencia de que les harán creer a los demás que ellos son unos blancos maravillosos, ignorando que hay toda una gran historia muy rica, constructiva y evolutiva como ninguna otra, que viene desde los primeros pobladores de este continente sureño.
En Latinoamérica y, particularmente de la región caribeña, ha nacido y corrido en la historia esa esencia que habla de los indios caribes, de su gran ímpetu batallador, de su fiereza, de su esencia indómita demostrada ante el imperio español.
Muy cierto.
Pero los indios caribes no fueron los únicos que poblaron gran parte de la zona norte de nuestro continente. Cuando revisamos ese libro maravilloso que escribió el profesor José Manuel Hermoso, de la Cátedra de Historia de Venezuela, de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo, que lleva por título “Pueblo Protagónico” (1498-1798), Historia de las luchas sociales y políticas del pueblo venezolano, alcanzamos una identificación plena con aquellos primeros pobladores de nuestra América del Sur.
El historiador Hermoso nos actualiza y nos dice que los antiguos cazadores que se encontraban en las estepas siberianas, “…pasaron al continente americano  desde el territorio de lo que posteriormente sería la Unión Soviética atravesando el estrecho de Behring, convirtiéndose así en los verdaderos descubridores  y primeros pobladores de estas tierras”.
Eso habría ocurrido entre 15 y 12 mil años atrás.
Antes de que toda la piratería y criminalidad española, anglosajona, holandesa, portuguesa y francesa se dejara caer por nuestras tierras, los latinoamericanos hemos tenido una historia de mucho mayor valor y por eso somos diferentes, nuestra ética de vida siempre ha sido distinta.
En este marco histórico, por ejemplo, haré referencia a lo que escribe el profesor Hermoso en su libro Pueblo Protagónico, cuando nos habla de los indios Otomacos.
La impresión que tengo es que pocos saben que los indios otomacos, poblaron nuestro territorio. Veamos lo que escribe el catedrático de la Universidad de Carabobo:
“En las riberas de las márgenes  derechas  -lado norte del río Orinoco- habitaban las tribus de los terribles guerreros conocidos como los otomacos, jurados e implacables enemigos de los caribes durante mucho tiempo.  Los otomacos solo dejaron de enfrentarse  a los caribes a partir del momento  en que éstos comenzaron a usar armas de fuego adquiridas de los holandeses”.
Otomacos: Nunca retrocedían
Y registro más de los otomacos, del libro del catedrático de la Universidad de Carabobo:
“Conocidos por su temeraria agresividad, pues nunca retrocedían durante la batalla para la cual se preparaban consumiendo una yerba muy estimulante llamada yupa que los enardecía envalentonándolos en extremo. No satisfechos con ello, se enfurecían aún más auto agrediéndose. Se producían heridas en todo el cuerpo y se lanzaban a la batalla manchados de sangre, con la ferocidad de tigres hambrientos o de perros rabiosos”.
 Luego el historiador nos narra más de los otomacos, al decirnos que “Por esta preparación para el combate y por su ferocidad lograron expulsar a los caribes, a quienes en un primer momento habían recibido  muy amistosamente en sus territorios, hasta que se enteraron que eran muy crueles caníbales que devoraban a sus prisioneros y esclavizaban a mujeres y niños”.
Fieros guerreros
Y más adelante sigue:
“Por esta preparación para el combate y por su ferocidad lograron expulsar a los caribes, a quienes  en un primer momento habían recibido muy amistosamente, hasta que se enteraron que eran muy crueles caníbales que devoraban  a sus prisioneros y esclavizaban  a mujeres y niños. A partir de esa circunstancia y como consecuencia del conflicto, los otomacos se convirtieron  en fieros guerreros y en permanentes e implacables enemigos de los caribes. Su grito de guerra era: ¡Si no eres valiente te devorarán los caribes!
“Las mujeres de los otomacos participaban  en las batallas realizando labores de apoyo, tales como recoger las flechas lanzadas por los adversarios y ponerlas a disposición de sus combatientes. Como muchas otras tribus del territorio venezolano, vivían en comunidad, repartiéndose en perfecta igualdad los productos  del trabajo (cosecha, caza y pesca). Las labores también eran colectivas y organizadas por turnos. Unos trabajaban mientras otros descansaban”.
La herencia Latinoamérica
No se puede desconocer lo que está asentado en nuestro ADN. Tenemos una herencia de cientos y miles de años que permanece con nosotros y que nos induce  a diseñar una historia completamente diferente al resto del mundo. Como señaló el Libertador Simón Bolívar somos diferentes, no somos blancos, ni negros, ni indios,  somos una mezcla maravillosa, que algunos han calificado de mágica y, en consecuencia, nuestra manera de vivir es distinta, nuestro modelo de vida es diferente. 
Latinoamérica es, si se quiere, el continente de la esperanza.

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