Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



jueves, 11 de febrero de 2010

El Libertador está más que vivo

El prólogo del libro “El joven Bolívar”, (*) a cargo del ex Defensor del Pueblo, doctor Germán Mundaraín, plasma una interesante opinión en torno a la visión que algunos tienen del Libertador de América. Una opinión que, en cierto modo, augura una buena lectura de dicho libro, escrito por el Dr. Gustavo Pereira, poeta y ensayista, autor del preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Así comienza este libro:
“Los enemigos del Libertador no se atreven a atacarlo frontalmente porque presiente el ridículo a que los expone su osadía; ante esa dificultad optaron por distorsionar su memoria histórica. Debemos reconocer –nobleza obliga- que la jugada es astuta y canalla a la vez; con esa canallada pretenden alejarlo, distanciarlo de su pueblo”.
Acabar con la distorsión
Y más adelante, Mundaraín refiere que “El espíritu y propósito de este libro, El joven Bolívar, del poeta y amigo Gustavo Pereira, es contribuir a desmitificar la memoria histórica del Libertador, acabar con esa distorsión, con esa fábula. En vez de historiadores, lo que Bolívar ha tenido son hagiógrafos, que no han vacilado ni un instante en elevarlo a ola categoría de semidios. Con esa elevación se pretende reducir a los admiradores del Libertador al triste papel de adoradores de su gloria. Ahí está la felonía que los incautos no perciben, porque su ingenuidad no le permite distinguir entre admiración y adoración. Se admira: a un modelo, un arquetipo. Se adora a una deidad. El que admira es parte activa de lo admirado. El que adora, no participa en lo adorado, porque lo adorado está por encima de él, distante de él, en una región inalcanzable para él. El que admira debe tener inteligencia vigilante y despierta, para poder comparar, juzgar y contraponer a su modelo con otros arquetipos. El que adora, no discrimina ni analiza, porque su inteligencia fue subyugada por la veneración, la reverencia, el temor. Para los que han caído en la distorsión de adorar a Bolívar, Bolívar está muerto, más que muerto, bien muerto. Para los que admiramos al Libertador, el Libertador está vivo, mas que vivo, tan vivo y desafiante que nos está invitando a seguir su ejemplo, a proseguir con su camino; respetando las circunstancias de tiempo, modo, lugar”.
El hombre de genio
Un asunto es bien cierto hoy día, y es que Simón Bolívar, el Libertador de América, como escribiera Pablo Neruda despierta cada cien años, cuando despiertan los pueblos. Quien haga un examen, una recopilación informativa de los últimos años de la vida política venezolana, hallará que el caraqueño inmortal ascendió desde el sepulcro a las calles de Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Uruguay, Paraguay, Chile, Argentina, Brasil, Cuba, Puerto Rico, el Caribe y Centroamérica, sin dejar de citar un gran número de países del mundo , que aplauden al hombre de genio que hoy es motor en este planeta, en la lucha por la inclusión, la igualdad, la dignidad, el respeto, la solidaridad; la humanidad hoy apertrecha su espíritu con las ideas y el sentimiento del único Libertador que ha conocido este continente.
Apenas entramos a la lectura de “El joven Bolívar”, escrito por el poeta Gustavo Pereira, gracias a la gentileza de la actual Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez quien nos obsequió el ejemplar. Es el inicio de un descubrir de sus páginas, para luego entregar algunos comentarios al colectivo lector.



El joven Bolívar
PEREIRA, Gustavo
Imprenta Nacional 2007

No hay comentarios: