Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



domingo, 27 de febrero de 2011

El Bolívar de Angostura


** El 15 de febrero de 1819 el Libertador expuso ante el Congreso, una de las piezas políticas fundamentales del ideario de Nuestra América.

Presentamos a los lectores y seguidores de pertinentes un trabajo sobre el Libertador Simón Bolívar y el discurso de Angostura, de la periodista y poeta Daniela Saidman, que debemos leer pues contribuye así a enriquecer esa historia de uno de los hombres más polémicos e importantes del mundo y gran visionario político.
                                                                                                                       Daniela Saidman
Era la Venezuela que estaba naciendo, la tierra regada de vidas que se negaban a la esclavitud y que fueron germinando libres y cálidas al calor de los siglos que vinieron después. Era esa Venezuela que es una voz más de la América Mayúscula, un candor, una esperanza, que traía entre los ruedos del vestido el rumor del Orinoco humedeciendo esa Angostura que desde entonces es hogar de las palabras que surgieron al fragor de las luchas libertarias. La voz que aún perdura se asomaba en el recinto que se alza frente a la Plaza Bolívar de esa ciudad que representa la octava estrella del tricolor nacional.
Fue un 15 de febrero de 1819 cuando un hombre, joven, apasionado, terriblemente sabio, gigante en su estatura, tronó desde lo más hondo una de las piezas políticas más profundas de ese tiempo y de todos los tiempos.
Bolívar, Simón, pronunció su discurso en el Congreso de Angostura frente a veintiséis diputados. Palabras que después fueron publicadas en el Correo del Orinoco, en las ediciones 19, 20, 21 y 22 del 20 de febrero al 13 de marzo de 1819. Largos años han pasado desde entonces, y aún este pueblo nuestroamericano, en la visión integracionista del Libertador, lucha por su segunda y definitiva independencia.
El discurso
Bolívar libró su más apasionada batalla por la unidad de la Gran Colombia, esa Patria Grande que debía estar al servicio de los pueblos e iluminada por los más hondos principios. Ese febrero de 1819, Bolívar estaba proponiendo una constitución para la naciones que confluían en su idea integracionista. Por eso, el discurso ante el Congreso de Angostura, aborda en cinco partes todo el ideario de este hombre que con su ejemplo ha trascendido las fronteras del tiempo.
En la introducción del discurso Bolívar mecido por los ires y venires de la construcción de la República, retorna el poder al Congreso. “Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República: en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de nuestra gloria; ellas sellarán los decretos que fijen nuestra Libertad”. A la vez que ratifica que su esfuerzo seguirá en los campos de batalla para sostener la independencia de la Patria.
El tiempo
En un segundo espacio de su pieza oratoria, Bolívar expone los hechos que impactan la Nación de esos tiempos. En un análisis crítico reflexiona sobre los aconteceres y peligros que corre la recién nacida Patria. Evalúa la amenaza de la monarquía y lo esencial de fortalecer un sistema democrático que libere tierras y hombres, conciencias y sueños, y sobre todo que haga realidad las esperanzas. “Amando lo más útil, animada de lo más justo, y aspirando a lo más perfecto al separarse Venezuela de la nación española, ha recobrado su independencia, su libertad, su igualdad, su soberanía nacional. Constituyéndose en una República Democrática, proscribió la monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir”, decía un Simón enamorado del futuro que estaban edificando juntos las mujeres y hombres de la América Nuestra.
Después de esbozar distintas formas de gobierno, Bolívar se adentra en la propuesta de Constitución para la Venezuela que cabalgaba a lomos de su historia y de las utopías que hoy, doscientos años después, empiezan a hacerse realidad.
Y en esta tercera parte de su discurso el Libertador dimensiona el perfil de las mujeres y hombres que habitan la geografía siempre verde de esta Venezuela mineral y contradictoria. Allí delinea los sentires y los tactos, los sabores, los olores, los sonidos de una tierra que es confluencia de ritmos y colores. “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa”.
El discurso prosigue con una síntesis que narra lo hecho hasta entonces. Abolición de la esclavitud, reparto de tierras, institución de la orden de los libertadores y ratificación del voto comprometido con la decisión del patria a muerte. Así también el funcionamiento del gobierno y sus poderes, que deben necesariamente fortalecerse para sustentar la democracia. Y propone un cuarto poder, el Moral, uno que fuera capaz de darle sentido a las acciones humanas, además de enfatizar la prioridad que debe tener la educación como proyecto emancipador.
El discurso de Bolívar en Angostura es la concreción del pensamiento bolivariano, por eso su lectura es siempre una rendija abierta al tiempo que fue y al que debe ser. De su pluma y de la voz que aún impregna las paredes de la Casa del Congreso germina una Venezuela que hoy es llama encendida, fuego que alumbra los presentes que están por venir.
 El Discurso
“Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos que la naturaleza había separado, y que nuestra Patria reúne con prolongados y anchurosos canales. (...) Ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuán superior es la suma de las luces a la suma de las riquezas que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno.
Dignaos, Legisladores, acoger con indulgencia la profesión de mi conciencia política, los últimos votos de mi corazón y los ruegos fervorosos que a nombre del pueblo me atrevo a dirigiros. Dignaos conceder a Venezuela un gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar, bajo el imperio de leyes inexorables, la igualdad y la libertad. Señor, empezad vuestras funciones: yo he terminado las mías”.
Simón Bolívar

lunes, 14 de febrero de 2011

Estados Unidos, la potencia agresora





Los lectores entusiasmados con la historia deben tener la suficiente paciencia analítica para entender y apreciar los procesos y algunas similitudes o cercanías que pudieran presentarse o que son sugeridas por quienes investigan, hurgan en las más variadas fuentes. Lo anterior quiere decir, que todo debe ser leído y reflexionado con mucha atención.
Es un ejercicio bastante interesante, que tiene una relación, aparte de lo histórico, con la lógica y el sentido común. Ello viene a colación por un aspecto del enfoque del articulista Ronald Muñoz en su ensayo “El regreso de los realistas y su derrota final ante los pueblos”, donde comenta que “Para algunos, la dominación estadounidense sobre América Latina no existe, y esta idea se debe, por el contrario, de ser un hecho real, a la imaginación envidiosa de quienes mediocremente buscan un responsable externo para justificar nuestras propias desgracias”.
Tal planteamiento, ligeramente epidérmico, excluye o descarta, incluso, hasta la propia dinámica de la política de una nación poderosa y con experiencia bélica a nivel mundial y su desenvolvimiento a través del acontecer diplomático. Para el escritor, se trataría de “…una matriz de opinión desarrollada por los grandes “expertos” y “analistas” de la élite tecnócrata pro-imperial, y diseminada hacia nuestros pueblos a través de su gran red transnacional de radio, televisión y prensa escrita”.
Independientemente de lo expresado por el autor en su ensayo, hay una dinámica comunicacional hoy día contra los gobiernos progresistas de Latinoamérica, que se desprende, otra vez como hace un par de siglos, de una hegemonía imperial y nada de extraño tienen las maniobras de imperios posteriores que luego heredaron, por el dominio y control de otros.
Muñoz asiente que solo con ojear un libro de historia contemporánea nos enteramos del rol hegemónico que, desde hace mucho tiempo viene ejerciendo EE.UU. sobre el continente latinoamericano.
La herencia del carácter imperialista
“Siendo los Estados Unidos descendientes de Inglaterra, es comprensible que heredara el carácter imperialista de su madre patria”
A partir del párrafo anterior, el articulista se sumerge en el currículum de quienes tiempo después se convertirían en la potencia que es hoy Estados Unidos.
Habla de las colonias británicas que fueron al suelo de América del norte y, de la guerra de esos colonos ingleses contra las colonias francesas; posteriormente, de la agresión, en 1946, de los estadounidenses contra México, país al que le quitaron casi dos millones de kilómetros. La guerra interna que hubo en la unión de colonias donde el norte desconoció al sur y se desató una guerra terrible.
“De ahí en adelante –escribe Ronald Muñoz- la carrera belicista del imperio pseudo-democrático del norte alzaría su vuelo que aún no aterriza. En el transcurso de un siglo, los Estados Unidos ejecutaron agresiones contra Cuba, Haití, Guam, Tailandia, Japón, Nicaragua, Samoa, Chile, Yugoslavia, El Salvador, Palestina, Granada, Egipto, Panamá, Kosovo, Argentina, Irán, Honduras, Palau, Libia, Guatemala, Laos, Colombia, Corea del Norte, Somalia, República Dominicana, Islas Marianas, Sudán, Alemania, Belice, Afganistán, Irak y Venezuela”.
Añade que, en los actuales momentos, la potencia del norte es la única nación de este planeta con ejércitos y bases militares en los cinco continentes, “…es el único país del mundo que ha utilizado bombas atómicas contra la población civil y, por si fuera poco, también es el único país del mundo que ha estado involucrado de forma directa o indirecta en todas las guerras del mundo desde el año de 1945” .
En este febrero de 2011, nos encontramos con una situación de tensión entre diversas naciones, a nivel mundial, y en donde la ingerencia de Estados Unidos es amplia y dinámica.
Por lo pronto, hay, en este tiempo, una especie de tregua entre Corea del Norte y las fuerzas estadounidenses con sus militares y arsenal y situación de amenaza militar contra naciones como Irán, Somalia, Haití, Nicaragua, Bolivia, Venezuela y, la más movida en este tiempo como Egipto.

"El regreso de los realistas y su derrota final ante los pueblos"
MUÑOZ Ronald
Editorial El perro y la rana
Ministerio del Poder Poplar para la Cultura
Venezuela. 2010

martes, 1 de febrero de 2011

"El regreso de los realistas y su derrota..."



El articulista Ronald Muñoz, quien también es escritor, autor del libro “El Vaticano al descubierto”, en su ensayo publicado en 2010, que lleva por título “El regreso de los realistas y su derrota final ante los pueblos”, refiere que los venezolanos nos acostumbramos a pensar que la guerra de independencia de esta nación fue una confrontación del pueblo contra España.
“Tendemos a imaginarnos la lucha de un pueblo consciente, unido y cohesionado, que sin ningún distingo peleo contra los ejércitos invasores de una potencia extranjera. Un pueblo que entendía perfectamente el pensamiento de sus líderes. Sin embargo, esta visión obedece mucho más al imaginario colectivo que a la realidad de los hechos acontecidos en nuestro país. Lo cierto es que, inicialmente, la idea de una nación hispano-americana independiente era verdaderamente entendida por pocos, e incluso, en principio pertenecía al pensamiento visionario de hombres como Francisco de Miranda primero y, Simón Bolívar poco después. Al comienzo de la guerra, no todo el pueblo venezolano comprendía a ciencia cierta todas las implicaciones de que las colonias hispanoamericanas pudiesen constituir por si mismas una nación independiente, ajena a la Corona española”.
El interés comercial antes que un ideal
Si buena parte de los componentes de las clases económicas más acomodadas sintieron simpatía por la idea de independencia de la Corona española, fue más por el interés comercial que por un ideal colectivo de conciencia nacional”.
Ronald Muñoz, quien fue delegado por Venezuela en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en el 2005, reitera que toda aquella lucha fue impulsada por parte de los blancos descendientes de los europeos y fundamentalmente por el interés económico, “…pero sostenida filosófica e ideológicamente por el pensamiento visionario de Miranda y Bolívar, a su vez, profundamente influenciado por las corrientes filosóficas de los enciclopedistas franceses y la Masonería. En cuanto a los colectivos raciales (indígenas, afro descendientes y mestizos), éstos se disgregaban entre uno y otro bando dependiendo de las circunstancias”.
Realistas: venezolanos que defendían la Corona española
Con un enfoque mucho más amplio que otras plumas descriptivas de nuestras históricas luchas independentistas, el autor del ensayo dice que las llamadas fuerzas realistas “…en su gran mayoría no eran españoles, eran venezolanos que defendían a la Corona española y esto lo hacían porque deseaban que nuestro pueblo siguiera bajo el dominio español. Es por eso que en términos de la independencia no se habla de una guerra contra el ejército español, sino contra ele ejército realista. Cuando mucho, el papel de los militares españoles en América fue dirigir los ejércitos a favor de la Corona, pero la proporción de éstos dentro del ejército realista era ampliamente minoritaria y de hecho, al final de la contienda era casi inexistente”.
Muñoz, por otra parte, al hablar del regreso de los realistas, en los capítulos V, VI y VII profundiza el tema y hasta hace una comparación entre los realistas del pasado y los del siglo XXI, incapaces para comprender el momento histórico en que viven, incluyendo a la actual iglesia católica, a la que considera que es realista por siempre.

 
El regreso de los realistas y su derrota final ante los pueblos

MUÑOZ Ronald

Colección Alfredo Maneiro

Serie: En la historia

Fundación Editorial

El perro y la rana 2010