Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



sábado, 9 de febrero de 2019

De Simón Bolívar, Libertador a un Agente de EE.UU



 Escribo estas líneas introductorias para referirme a un punto importantísimo, como es la ilegitimidad y al empeño de algunos en este planeta, de convertir lo ilegal en legal, lo ilegítimo en legítimo como está sucediendo en los actuales momentos con Venezuela, nación seleccionada por el imperio estadounidense para calificarla y descuartizarla como sucedió en el pasado reciente con la nación Libia.   

Realmente no voy a esbozar una teoría sobre la legitimidad e ilegitimidad, simplemente voy a transcribir del libro del poeta y Premio Nacional de Cultura, Dr. Gustavo Pereira, “Simón Bolívar, escritos anticolonialistas”, la comunicación que el Libertador le escribe, en Angostura, el 7 de octubre e 1818, 

Al Señor B. Irvine, Agente de los Estados Unidos de la América del Norte, cerca de Venezuela.
Señor Agente:
Tengo el honor de acusar a V.S. la recepción de su nota de 1º del corriente, en que se despide V.S. de la conferencia sobre las capturas que V.S. insiste en llamar ilegales. Después de haber recibido V.S. una respuesta conclusiva y final y cuando ya no existen las ilusorias esperanzas de compensación ni de persuasión parecía excusado el poco provechoso y superfluo empeño de refutar mis asunciones y errores. Si en efecto juzgaba V.S. de este modo cuando escribía su nota, habría sido mejor que se hubiese ahorrado la pena de responder mis argumentos, reincidiendo en las mismas faltas, que procuró corregir, de sus comunicaciones de 6, 10 y 15 del pasado.
   Si los testimonios que V.S. tiene en su poder, siete meses ha, son los que ha extractado en el párrafo 2º de s nota, no sé de donde deduzca V.WS. que el 3er párrafo de mi anterior  los confirma. Jamás pude decir que la Libertad (una de las goletas) fue escoltada por nuestras flecheras, ni que la casualidad de haberse varado fuese la causa de haberse separado de ellas. Seguramente V.S habrá leído muy precipitadamente el párrafo en cuestión, o no lo ha entendido. Pero aun cuando fuese efectiva la escolta o guardia que V.S. quiere suponer, esto no significaría  sino que nuestras flecheras temían que la Libertad procediese de tan mala fe como su conducta posterior demostró. Además de esta observación me permitirá V.S. que añada que nuestra escuadra tenía un verdadero interés en no abandonar la Libertad mientras no estuviese segura de que no emprendería entrar a las plazas bloqueadas. La orden que se le dio, para que hablase con el almirante, fue con el objeto  de que él la examinase, y no para despojarla del cargamento como tan gratuitamente se ha querido suponer.

La razón y la justicia no necesitan de otros apoyos

Es bien extraño que remita V.S. la fuerza de mis argumentos sobre retaliación a la opinión de cualquier autor que yo pueda citar. La razón y la justicia no necesitan de otros apoyos que de sí mismas para presentarse: los autores no le dan ninguna fuerza. En toda mi correspondencia he evitado las citas, porque sólo sirven para hacerla pesada y enfadosa, y porque he notado que las pocas que he hecho, instado por el ejemplo de V.S., han merecido su desprecio.
Desearía saber el nombre del comandante de la partida de caballería llanera nadadora que instruyó a V.S. del apresamiento de bergantín favorecido por el viento y las corrientes. V.S. reitera este singular pero ilustrativo incidente con tal firmeza y seguridad que me inclino a creer sea este algún suceso  (que no haya llegado hasta ahora a mi noticia) diferente del que expuse a V.S. en mi anterior. 

El proverbio jocoso de la caballería nadadora

Es muy difícil que así sea; pero tampoco puedo persuadirme que haya habido quien se divierta engañando a V.S. con cuentos. V.S. me obligaría muy particularmente citándome el autor de éste.
Hasta aquí he podido contestar  la nota de V.S. en cuestión; pero al llegar al párrafo “Pleasant enough in all conscincie!” debo suspender la pluma como he suspendido mi juicio para que no genere en farsa nuestra correspondencia. No me atrevo a creer que sea el objeto de V.S. convertir en ridículo una conferencia seria por sí misma, y por las personas que la tratan, ni puedo persuadirme que ignore V.S. el paso estrecho y peligroso del Orinoco entre dos peñas, que forman la boca, llamada del Infierno única causa de equivocación que encuentro en el párrafo de mi nota transcrito por V.S. en la suya. El proverbio jocoso de la caballería nadadora, si es que lo ha sido, debe aludir a las brillantes y gloriosas jornadas en que pequeños cuerpos patriotas de esta arma han atravesado a nado los caudalosos ríos Caura, Caroní y Apure, desalojando y batiendo las tropas españolas que se les oponían y abordando buques de guerra. El amor a la Patria, y a la gloria solos han dirigido estas empresas, que, lejos de ser risibles, merecen la admiración y aplausos de los que tienen una Patria y ama su libertad. Repito a V.S. lo que he dicho arriba suplicándole que relea con más atención  mi oficio del 29. Es preciso  querer trastornar su sentido  e invertir sus frases para atribuirse V.S. lo que yo decía de las noticias que ha recibido, privadamente, de fuentes que, a la verdad no están mal instruidas sino viciadas.
Quisiera terminar esta nota desentendiéndome del penúltimo párrafo  de la de V.S. porque siendo en extremo chocante e injurioso al Gobierno de Venezuela, sería preciso para contestarlo usar del mismo lenguaje de V.S. tan contrario a la modestia y decoro con que por mi parte  he conducido la cuestión. El pertinaz empeño y acaloramiento  de V.S. en sostener lo que no es defendible sino atacando nuestros derechos, me hace extender  la vista más allá del objeto a que la ceñía nuestra conferencia. Parece que el intento de V.S. es forzarme a que reciproque los insultos; no lo haré; pero sí protesto a V.S. que no permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra populación  y el resto que queda ansía por merece igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende.  
Concluyo celebrando con V.S. la despedida del asunto, que doy por terminado, y renovándole los testimonios de3 aprecio y consideración con que tengo el honor  de ser de V.S. el más atento adicto servidor.

                                                                                   Bolívar
        



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