Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 7 de febrero de 2023

Organizar, es un punto de revolución

 


Siempre será necesario decir lo que aprendemos o pensamos, que puede ser de una u otra forma, aunque no coincida con lo que se ha venido diciendo que es siempre o tenga una simple aproximación.


Para mi, organizar es el incipiente comienzo de lo que puede llegar a ser una revolución, valga señalar el campo de la política, porque inicia los pasos hacia un cambio en lo que se pretende transformar.


Pero también puede ser aplicado en cualquier otra área ese término organización. Cuando son organizados unos cursos, seminarios y talleres, valga el ejemplo, es porque se quiere que sus participantes adquieran el conocimiento necesario que les permita, de una manera u otra, forzar, originar un cambio que haga mejor lo que se ha estado haciendo durante un tiempo.


Puede ser visto con claridad en los investigadores químicos, por ejemplo, quienes basados en el conocimiento que poseen tratan, con el uso de diferentes elementos, de introducir cambios en una determinado sustancia de aplicación en la mejora de la salud.


Es mas, hasta en la misma promoción de la nueva sustancia modificada, es apreciable el término empleado para referirse a lo que recién ocurrió en un laboratorio: ¡ Ha sido un hallazgo revolucionario lo que se ha conseguido gracias a las investigaciones en laboratorio!


Una revolución política difiere de lo que pueda acontecer en la organización de un determinada área y eso es un asunto muy visible. La diferencia comienza por dejar claro que, la organización pasa a ser una herramienta de una revolución y que es aplicada en cada uno de los objetivos que la revolución tiene planificado.


Avanzando aún más en el tema, hay que decir que la organización junto con la planificación hacen parte de la revolución. No se concibe un proceso revolucionario sin que haya tenido una forma de ordenar las cosas y un plan a ejecutar.


Pero digamos, como señalé en el intertítulo, que la organización es un punto en la revolución, porque esta se extiende por todo el conglomerado social, el ambiente, la geografía con todos sus recursos y la dinámica que imprime para alcanzar los desafíos que tiene por delante, tanto internos como externos y en los que deberá emplear todos los mecanismos necesarios que le han permitido su organización y planificación.


Fuera de este contexto teórico quedan el ser o los seres de una sociedad que inicia la revolución así como a los ciudadanos hacia donde se dirige  el movimiento que transforma, el cual cuenta con una filosofía de la vida, una consciencia y valores que otorgarán a la revolución características muy especiales, que la diferenciarán de otras maneras de conducir la vida de una nación.



Estamos obligados a pensar


Es obvio que, como decía Simón Rodríguez, el Sócrates americano en 1828, nuestra juventud debe abrir los ojos, mirar a su alrededor, analizar su situación y pensar.


Y ello es así, porque de lo contrario y si acaso, volverán los siglos a transcurrir y continuarán sus tradicionales e indeseables pesares que les

han hecho padecer y quejarse de sus vidas tan desguarnecidas.


Pensar, lo decimos en lenguaje sencillo, que es el único que conocemos y expresamos, sugiere ir preguntándose de modo permanentemente el por qué de las cosas y como resolver esas mismas cosas.


Hay que decir, que por fin se está haciendo mas continuamente ese ejercicio entre nuestros investigadores. Otros, empujados por un discurso político que nunca ha mirado país, valores, historia ni tradiciones, siempre han enfilado su caminar por una senda distinta.


Y es en ese pensar en donde radica la esencia del bienestar colectivo, del empeño por optimizar la generación que crece, por fortalecer y encaminar la fuerza de la juventud, conceder equilibrio y ternura a las personas mayores y apartar, en definitiva, la teoría de lo banal que envuelve el discurso a segmentos de la población.


El pensar debe partir de que todo puede ser posible entre las personas si de la reflexión se marcha hacia la consecución del objetivo deseado o planificado.


Todas las comunidades con sus líderes están obligados no solo a la participación, sino a la discusión, a la reflexión y a lograr la respuesta deseada para solucionar determinado problema. La retórica banal y frívola que en ocasiones suele rodear al liderazgo se convierte en un obstáculo que impide el pensamiento profundo.


Pensar en profundidad requiere abandonar el ego, abonar la sencillez del diálogo y calmar la ansiedad que genera la búsqueda del resultado. El pensar profundo debe abandonar la pasión irreflexiva y encaminarse hacia la búsqueda, esa que genera la esperanza de un resultado que beneficiará a la mayoría. De esto saben muy bien los investigadores científicos y los creadores naturales.


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