Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



jueves, 2 de abril de 2009

La emoción de unidad americana


El prólogo escrito al texto “Para nosotros la patria es América”, Bolívar, (*) del reconocido venezolano escritor y autor de Las Lanzas Coloradas, conductor de ese valioso programa que hizo llamado Valores Humanos, Arturo Uslar Pietri, no tiene pérdida.
Unas trece páginas del notable escritor nos conducen hacia la visión de aquellos americanos y su grandeza, que vieron un mundo completamente distinto al existente en aquellos tiempos donde el viejo mundo se desgastaba con sus luchas intestinas.
Escribía Uslar Pietri que “Asombra que aquellos hombres, formados en una tradición estrecha y localista, pudieran alcanzar una concepción tan amplia de la geografía y de su historia. Que no pensaran en términos del lar nativo y de la comarca ancestral, que se abstrajeran de una Europa dividida por los particularismos históricos y las ambiciones nacionales, para concebir un Nuevo Mundo, en una dimensión continental. No pensaban en Venezuela ni en la Nueva Granada. Hasta los nombres los iban a alterar para hacer más patente la presencia de las nuevas posibilidades. Pensaban en términos de masas continentales, de millones de leguas y de millones de hombre, en jurisdicciones políticas dentro de las cuales pudieran nacer y morir los más grandes ríos de la tierra, donde los Andes fueran un accidente geográfico y el Caribe un mar interior. Se sentían unos y los mismos desde el altiplano de México hasta el estuario del Río de la Plata y no concebían, sino como una caída y hasta como una traición, una América dividida en pequeñas y rivales naciones”.
Bastante cerca de los héroes sudamericanos con su pensamiento, el escritor venezolano escribía que “Era la herencia del viejo sueño del Nuevo Mundo que venía fascinador y viviente desde la época misma de la conquista. Era una emoción de unidad y continuidad sobre la que habían caído, como leves y transitorias cicatrices, las demarcaciones administrativas de la Corona. Para los Conquistadores todo era uno y lo mismo. Se iba de Cuba a México como Cortés, de México al Perú como Alvarado, del Río de la Plata a La Florida, como Alvar Núñez, de Lima al Amazonas y a Venezuela como Lope de Aguirre”.
“No pasaban fronteras –se siente el énfasis en la escritura de Uslar Pietri- sino que incorporaban espacios para una misma empresa. Las Indias, el Nuevo Mundo y más tarde América fueron vistas como un todo. Y como un todo se concibió su destino en el alma de los grandes reformadores y utopistas. Cumaná, La Española y Chiapas eran lo mismo para Fray Bartolomé de las Casas. Fue Obispo de los Confines, es decir, del extremo por donde la tierra vieja se prolongaba en la nueva. En el sentido viviente de su lengua la palabra frontera no significaba una raya infranqueable sino una zona abierta para el avance y la incorporación”.
El escritor señaló que España había nacido de una frontera que caminaba hacia el Sur y que el Nuevo Mundo había sido hecho con una frontera abierta, “…como una rosa de los vientos que en cincuenta años abrió todos sus rumbos”.
Y por supuesto, como una cosa depende de la otra, es aquí donde Uslar Pietri remarca ese sello histórico de las tareas de quienes hicieron nuestras patrias a punta de ideas y fuego valeroso:
“La idea de independencia no fue sino una consecuencia de la idea de Mundo Nuevo. Se pensaba en un destino para la inmensa extensión geográfica. No en la suerte peculiar de una provincia. La independencia no podía ser sino una hazaña americana y así la entendieron y la expresaron quienes la concibieron. Los hijos de la Capitanía venezolana fueron de los más visionarios y tenaces de entre ellos, y el primero de todos, el caraqueño Francisco de Miranda, nunca habló sino de América y del Nuevo Mundo como una totalidad indivisible”.
Ciento ochenta y ocho años después, los americanos del sur tienen de nuevo ante si el reto de la unidad. Asediada como siempre por sus enemigos tradicionales, Latinoamérica busca las rutas que le permitan emerger de modo soberano y sin las imposiciones del nefasto colonialismo.

(*)
Para nosotros la patria es América Simón Bolívar
Colección Claves de América
Biblioteca Ayacucho
El libro Popular Latinoamericano
Clave para la Integración

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