Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



viernes, 11 de junio de 2010

La integración de las culturas ( Primera Parte )




Entregamos a los lectores de pertinentes, un interesante ensayo -en tres partes- sobre la nacionalidad, la historia, las culturas y los modos de vida, escrito por el profesor Enoc Sánchez López, docente de Física y Matemática egresado del Instituto Pedagógico de Caracas, metido en los libros antiguos, clásicos, modernos, best seller, revistas, periódicos y cuanto documento sea susceptible de ser leído. Escritor fanático, autor de varios libros, entre ellos Antología de la estupidez, El apóstol número trece, Cuentos de un ermita y El espíritu de Simón, este último, una crónica novelada que busca acercar al lector (joven y adulto) al pensamiento político del Libertador Simón Bolívar y del cual escribiremos posteriormente.

Enoc Sánchez López


Es incomprensible para mí la forma de adquirir los terrícolas la nacionalidad. Por ejemplo, durante el imperio romano, para hacer más atractivo el ingreso en las tropas auxiliares, además de la soldada, los extranjeros recibían al licenciarse una serie de privilegios jurídicos, como la concesión de la ciudadanía romana para él y para sus hijos; además, se reconocía como legítimo el matrimonio que ya hubiesen realizado.
En verdad, no es mucho lo que han cambiado los terrícolas. En una de las últimas guerras entre EEUU e Irak, mejor dicho, en la invasión del primero sobre el segundo, a los jóvenes latinos ilegalmente residenciados en el país más poderoso del mundo, el gobierno de éste les ofrece a “los voluntarios” la residencia legal a cambio de ir a combatir a los árabes en aquella zona inhóspita. En algunos casos, al joven se le otorga la residencia al arribar en un catafalco forrado con la bandera norteamericana, como galardón por su lastimosa actuación en defensa de la soberanía. En acto solemne y luctuoso un gallardo marine de los EEUU, con vistoso uniforme, doblará la oriflama con denodado patriotismo al son de una fúnebre diana, para entregársela a la acongojada y orgullosa madre o viuda del soldado fallecido en acción. Triste manera de obtener la residencia legal.
Algunos parecen no cambiar
Los terrícolas se empeñan en pelear en los territorios administrados, en general por una cáfila de políticos, que lo único que buscan son beneficios económicos personales y de grupos. El caso más notorio es el de la antigua república Checoslovaquia, que en algún momento de la historia estaba conformada por checos (bohemos y moravos), eslovacos, alemanes, húngaros y rutenos. Fue imposible que tales grupos pudieran convivir entre sí, a pesar de los muchos años de coexistencia. Como de costumbre, en un momento de la historia los alemanes, húngaros, rutenos y algunos eslovacos se sintieron discriminados, por los manejos inadecuados de una elite política con intereses específicos. Al final, se produjo la separación de la antigua república en otras dos. Igual sucedió con la república de Yugoslavia que terminó escindida en pequeños territorios: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Montenegro y recién, que también se separó Kosovo de Serbia.
Una pregunta, entonces, es formulable: ¿Acaso los pobres de esos países serán beneficiados con esas separaciones o continuarán siendo pobres? Lo más seguro es que de tales divisiones, algunos que otros individuos lograrán ciertos beneficios políticos y mercantiles.
Son muchas la historias terrícolas que relatan la formación y separación de países. Por ejemplo, el caso de una nación latinoamericana, que en una oportunidad se conformó como Colombia bajo el liderazgo de un insigne hombre llamado Simón Bolívar.
Luego de cruentas luchas contra el imperio español por la emancipación y conformación de un poderoso país llamado Colombia, finalmente, por apetencias personales de varios políticos se dividió este territorio en tres naciones (Venezuela, Nueva Granada y Ecuador). Posteriormente, por intereses económicos de empresas interesadas en construir y administrar un canal interoceánico, el país más poderoso del mundo, propició una nueva separación y surge así Panamá, alejado de Colombia y un canal que generó ostentosos beneficios a los EEUU.
¿Es sencillo borrar los gentilicios?
Entonces, ¿qué pasó con la nacionalidad de los habitantes de esos territorios? ¿Acaso por un simple decreto o mediante una vía administrativa de los políticos que gobiernan, es muy sencillo borrar gentilicios y crear otros?
Parece que los terrícolas no le es fácil convivir entre ellos; siempre habrá una razón para pelear, es el caso de Polonia, donde hacía muchos años había una minoría alemana viviendo en Polonia y en Alemania un grupo de polacos viviendo en esas tierras. Eso ocurría desde hace siglos, desde que Polonia no existía como Estado y su territorio era prusiano, austriaco o pertenecía al imperio de los zares. Da la impresión que es imposible la convivencia de esos seres; siempre hubo una mano instigadora que, alegando diferencias étnicas u otras, era perentorio instaurar diferencias y como consecuencia, inauditas separaciones.
Puedo imaginarme, con gran estremecimiento, lo ocurrido en siglos pasados a los depositarios del orden, de la paz y de la equidad. Al igual que ahora, los nuevos custodios de la democracia y la libertad, los abanderados contra el terrorismo y la lucha contra el narcotráfico, me los figuro corriendo por los territorios conquistados, como frenéticos, con la antorcha en una mano y el puñal en la otra, quemando, matando, violando, acabando con todo lo que se les atraviese por delante, como una manada de tigres rabiosos que hubiesen escapado de la selva. Tan solo para conquistar y anexarse nuevas provincias a sus naciones; o simplemente, para aprovecharse de las fuentes de energía de otros países.
Y como ha ocurrido y ocurre en la actualidad, el robo del patrimonio museístico de los países conquistado para exhibirlos con desparpajo en las galerías y museos de las naciones triunfadoras Así lo hizo el Reino Unido con Grecia y Egipto, al igual Francia y Alemania y en la actualidad, los EEUU con invalorables piezas de la vetusta cultura mesopotámica.
Creo que faltarían páginas de este trabajo para relatar las cantidades de batallas y los consabidos muertos como consecuencia de la fundación, por parte de unos y el reclamo, por parte de otros, de nuevas naciones. Al final de todo esto, lo eterno que permanece es el rencor entre hombres y mujeres, que en muchos casos, deja como secuela el ominoso terrorismo, como única vía para saldar las cuentas pendientes y rasgar más heridas entre los hombres del planeta. Así lo hizo Francia cuando la invadió Alemania, Israel contra los ingleses, Argelia contra Francia y actualmente Irak, Afganistán y Palestina contra sus invasores.
La integración de las culturas
Algo que es frecuente escuchar, es lo relativo a los valores culturales de las naciones para justificar una disputa entre dos países, como si estos fueron algo estático, que existieron; existen y existirán de manera permanente durante toda la vida. Con los procesos de integración de la naciones, debido, por ejemplo a la conquistas, a la colonización, a los mestizajes, a las migraciones, la globalización, a los medios de comunicación, entre otros, las culturas se integran, creando nuevas formas de vida y de socializar. Un francés de la edad media, no tiene nada que ver con un francés actual, un romano de la época del imperio no se parece a un italiano actual, un venezolano de la colonia, dista mucho de uno de la época moderna; en fin, los procesos de integración son muy dinámicos y generan nuevas formas de cultura.
El té de los hindúes
Por ejemplo, la costumbre de beber té de los ingleses, algo muy arraigado en su cultura, no pertenece a dicha sociedad, sino que fue tomada durante la colonización de los hindúes. La cultura del chocolate y el café de los europeos, proviene de América. ¿Qué sería de la pizza, la pasta de los italianos y de sus salsas, si no existiera el tomate? Como se sabe, esta delicia alimenticia proviene de México ¿Cuánto de la cultura árabe no tienen los españoles, como consecuencia de los ochocientos años de la permanencia de estos en la península? La gran receptividad que tiene la papa en Europa, que salvó a muchos de la hambruna que afligió los habitantes de ese continente, también viene de América. La cerveza de África pasó a Europa y luego hacia América y de acá, partió el ron hacia aquellas tierras. De igual modo, muchas de las costumbres culinarias de los americanos y de su vestimenta, provienen de los países colonizadores. Con esto quiero demostrar, que los procesos de formación cultural no son estáticos y están sujetos a un sinnúmero de variables. Tengan la seguridad, que un estadounidense del futuro, debido a las grandes corrientes migratorias que tiene en la actualidad, no tendrá nada que ver con uno de ahora. De igual manera, los europeos, debido a la presencia de africanos y latinoamericanos dentro de sus fronteras, se generarán nuevas culturas mestizas producto de la imparable integración de sus habitantes. Por tal razón, es una barbaridad, casi una aberración, pensar en una conflagración cuya motivación sea la preservación o imposición de los valores culturales de un país sobre otro. Las sociedades, casi de una manera natural van modificando sus patrones culturales; hasta las formas idiomáticas adquieren giros, como consecuencia de todo lo anterior. Son procesos indetenibles y favorables para la concepción de un solo mundo, centrado en naciones donde las culturas se van integrando como una nueva forma de vida. No se podrá luchar contra eso.

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