Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



sábado, 12 de junio de 2010

La integración de las culturas ( Y tercera)

Enoc Sánchez López

Hice mis cálculos y me sorprendí cuando descubrí que durante el período neoimperialista, a finales del siglo XIX, Europa se apoderó de más de 23 millones de kilómetros cuadrados, más o menos un quinto de la superficie de la Tierra, es decir, un 20 % del planeta estaba en manos de los imperialistas. Solamente África estaba repartida de la manera siguiente: el Reino Unido se asignó del 30 %; Francia, el 15 %, Alemania el 9 %; Bélgica el 7 % e Italia el 1 %.
Tan sólo Nigeria aportó 15.000.000 individuos para el desarrollo de los imperios. Tomemos como ejemplo Alemania, la cual se convirtió en la tercera potencia colonial de África, al apoderarse de 2,6 millones de kilómetros cuadrados, incorporando a su imperio a más de 14.000.000 millones de infelices.
Está claro, los estados imperialistas hicieron un buen negocio y por tal razón alcanzaron el grado de desarrollo y que en la actualidad ostentan con orgullo, a costa de la miseria de millones de explotados. ¿De cuánto será la deuda de estos antiguos imperios con los países americanos, africanos y asiáticos? Aparte de la deuda moral, que no se resuelve con un simple perdón, creo que hay un gran compromiso económico.
Nadie quiere recordar los pasajes oscuros
Es evidente ¿cómo iban a desarrollarse en el futuro los países africanos, americanos y asiáticos, si durante siglos les fueron arrebatados de sus países la población joven para llevarlos como esclavos a otras latitudes? (se calcula, según mi investigación entre 100.000.00 de jóvenes y niños). Agreguemos a lo anterior, el arrase que hicieron los perversos colonizadores de una gran parte de los tesoros escondidos en las entrañas de esas tierras y la codiciada materia prima.
Acabaron con culturas
En el peor de los casos, muchos de esos imperios acabaron con la cultura avanzada de los pueblos conquistados, aunado a esta barbarie, la desaparición de millones de hombres y mujeres y pueblos enteros. Pero parece que nadie quiere recordar esos pasajes oscuros de aquellos “pueblos cultos” que se consideraron la raza superior, con el derecho divino de expropiar lo que no les pertenecía. Quizás, por ese derecho que ellos mismos se arrogaron para sí el presidente de los EEUU William H. Talf afirmó en el año 1912:
“No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de muestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho, como en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente” (lo destacado es del autor).
El protervo político también afirmó:
"...no excluye en modo alguno una activa intervención para asegurar a nuestra mercancías y a nuestros capitalistas facilidades para la intervención beneficiosa".

(Los textos anteriores fueron tomados del libro “Antología de la Estupidez”, del mismo autor de este ensayo).

Por lo anterior queda claro, el concepto de la nacionalidad tal como está concebido es un gentilicio muy voluble, algo inconsistente y condicionado a un sinnúmero de situaciones.
¿Acaso muchos venezolanos no están optando por el pasaporte europeo por la nacionalidad de sus padres o abuelos? No cabe duda, este concepto es netamente administrativo, ligado a procedimientos legales. Es tan obvio, que por otros requisitos jurídicos una persona puede cambiar de nacionalidad, inclusive, tener dos ciudadanías según lo acepte o no la normativa legal de cada nación. Se es venezolano por un accidente geográfico y no por sentimiento, este se forjará con el tiempo después que muchas generaciones posteriores a la nuestra ostenten el gentilicio y lo leguen a sus herederos como una forma de comportarse. Somos una nación reciente y la venezolanidad no está arraigada en los nacionales y más aún cuando nuestra clase media tiene un gran componente de inmigrante cuyos descendientes no se incorporaron a nuestra naciente y cultura mestiza.
Varias venezolanidades
La nacionalidad debe entenderse no como un hecho administrativo, sino un sentimiento ligado a los valores culturales de una nación. Y estar vinculado a los valores culturales es conocer su música, gastronomía, bailes, historia, idioma, mitología, entre otros conceptos que deberían definir la nacionalidad. Para ser más específico, en el caso de Venezuela, no existe una sola venezolanidad, sino varias: un oriental tiene una cultura diferente a la de un habitante de sierra, un maracucho es completamente diferente al caraqueño, un guayanés se comporta de otra manera respecto a un nativo de la sierra de Falcón…en fin tales diferencias las establece el hacer cultural de cada pueblo y es lo que lo une a la tierra de sus ancestros.
Por lo anterior, pienso: la nacionalidad venezolana debe ser una conjunción de culturas que tienen una historia, idioma y valores comunes, que con el tiempo cambiará debido a múltiples circunstancias. El escrito previo resalta los numerosos accidentes sociales, políticos y económicos que hace que las nacionalidades sean entes dinámicos y no estáticos.





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