Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



domingo, 17 de abril de 2011

Con Colón empezó el saqueo





Entusiasmante la lectura de los folletos que está publicando el Correo del Orinoco, de Venezuela, con el guión de Michel Bonnefoy y la ilustración de Omar Cruz, (1) donde es mostrada una visión crítica acerca de la llegada de los españoles a nuestro continente, que muchos –incluidos nuestros historiadores- vendieron como un gran descubrimiento, cuando de lo que se trató fue de un encuentro  nada beneficioso para los nativos de lo que hoy es Suramérica, e incluso, muchos consideran que fue la aventura del despojo por parte de los españoles.
De hecho hay una buna ambientación del guión de Bonnefoy, Con Colón empezó el saqueo, que lo  muestra de la siguiente manera:
Corría el mes de agosto de 1498 cuando los aborígenes habitantes de la península de Paria divisaron en el horizonte las velas desplegadas de una carabela. No conocían ese tipo de embarcaciones ni sabían que su tripulación estaba compuesta por salvajes, conquistadores sedientos de oro, de perlas preciosas y todo tipo de riquezas, que solían engrillar a la gente para obligarlos a trabajar para ellos.
¿Qué podían esperar los atónitos indígenas de los extraños visitantes, si desconocían las barbaridades de un mundo bañado por la mentalidad feudal, cuya esencia estribaba en considerar a los demás como vasallos, si bien es bueno reconocer que a nuestros indígenas, más bien los trataron como a siervos?
Les dieron hospitalidad porque inoraban su maldad
Y el guionista sigue: “Nada se sabía en esas tierras “inexploradas” sobre los estragos que esos mismos invasores estaban causando entre la población nativa de La Española. Los aborígenes de Paria acogieron  a los extraños con hospitalidad porque ignoraban que en las islas estaban apresando a la gente para venderlos como esclavos en España o para ponerlos a trabajar la tierra que se apropiaron sin miramientos”. 
Los pueblos que se resistían al saqueo eran masacrados; las mujeres violadas, y los sobrevivientes, torturados como escarnio. Estas matanzas fueron descritas clara y crudamente por un fraile de la época, Bartolomé de Las Casas (1484-1566).
El catedrático de la Universidad de Carabobo (Venezuela) José Manuel Hermoso G., docente a dedicación exclusiva  en la Cátedra de Historia de Venezuela, de la Facultad de Ciencias de la Educación, de la nombrada universidad, en su libro Pueblo Protagónico (1498-1798), Historia de las luchas sociales y políticas del pueblo venezolano,(2) reitera en cierto modo tal comportamiento con nuestros indígenas, al escribir: 
Fray Bartolomé de Las Casas, dominico pacifista e indoblegable defensor de los aborígenes americanos sostiene que los pobladores de estas tierras eran hombres sencillos, ingenuos y muy pacíficos, incapaces de hacer mal a nadie; sin embargo, -agrega- los alemanes, cuyo objetivo era robar el oro sin reparar en los medios se comportaron  con tal crueldad y sadismo que los españoles más despiadados aparecían comparativamente como mansos corderillos. 
Y más adelante:
Cual feroces alimañas, abandonando todos los principios y todos los límites impuesto por Dios, por el Rey y por la humanidad, Alfinger (Ambrosio) y sus hombres cometieron todo género de atrocidades, y a los aborígenes que lograron doblegar les sometieron a suplicios y tormentos inenarrables. Apodado por sus contemporáneos “Micer Ambrosio, el más cruel entre los crueles” Alfinger se comportó con un auténtico carnicero de cuerpos humanos, especializado en cortar a los indígenas en pedazos lo que hacía casi siempre antes de darles muerte.
Narra el historiador de la Universidad de Carabobo que el alemán Alfinger, con la idea fijada en su mente rebuscar oro a como diese lugar y robárselo, no hubo territorio que dejara de recorrer  así, arrasaba, destruía, exterminaba y robaba a los habitantes de los pueblos por donde pasaba.
Convirtió en cenizas poblaciones enteras así como extensos sembradíos. Un capitán de apellido Cardozo recorrió un territorio de más de treinta leguas a la redonda, un año después de haber sido “visitado” por Alfinger sin encontrar una sola casa en pie. 
Pero hay más:
Los alemanes imponen el camino de la violencia
Escribe el profesor Hermoso González que fueron cientos de miles los indígenas que perecieron en las operaciones de tierra arrasada impuestas por los alemanes y que los españoles prácticamente aprobaban. Téngase en consideración que el Rey Carlos I de España y V de Alemania, señala el docente, a causa del endeudamiento financiero con los banqueros alemanes, concede en 1528 a los alemanes Enrique Ehniger (o Alfinger) y Jerónimo Sayler (vasallos del rey y en ese acto representantes de los Welter) autorización para conquistar los territorios de la región llamada Venezuela. Lo cierto de todo es que estos alemanes realizaron cacerías de seres humanos, mataron y torturaron a miles y millones fueron sometidos a esclavitud.
Más de un millón de ellos  fueron vendidos en los mercados de Santa Marta, Jamaica, San Juan y en la propia Española, donde tenía su sede la Real Audiencia, lo que prueba la complicidad de los representantes de la Corona Española con los traficantes alemanes.  


(1)
Con Colón empezó el saqueo
Colección Bicentenario
Correo del Orinoco
2011
Imprenta Nacional y Gaceta Oficial
Impreso en la República Bolivariana de Venezuela

(2)
Pueblo Protagónico (1498-1798), Historia de las luchas sociales y políticas del pueblo venezolano.
HERMOSO G. José Manuel
Ediciones Protagónica
Valencia, Venezuela.
2008

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