Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 10 de febrero de 2016

Los taínos, Señores de las Antillas Mayores




Según el Doctor en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid y Licenciado en Filosofía con énfasis  en Historia por la Universidad de Santo Domingo, Marcio Veloz Maggiolo, autor de Arqueología Prehistórica de Santo Domingo, “los más tempranos habitantes de la isla son recolectores provenientes de las costas de Venezuela y la zona de Belice, en Centroamérica, cuya entrada al arco antillano se fecha previo al año 5.000 antes de Cristo”.
Más adelante nos agrega que unos 400 años antes de Cristo, 4.500 posteriores a las primeras poblaciones que tenían algunos conocimientos agrícolas y alfareros se muestran “…como grupos quizás también procedentes de Centroamérica y la Costa venezolana, conformando en el Oriente de Cuba y en varios puntos de la isla de Santo Domingo, asentamientos que en ocasiones alcanzan a fundirse con los remanentes de los grupos arcaicos de las primeras ocupaciones antes citadas”.
Los párrafos anteriores son una especie de introducción que hacemos con la finalidad de mostrar que, antes de que los españoles se acercaran por estos lados de las islas caribeñas y el resto del hoy continente suramericano, estas tierras habían sido habitadas por diversas culturas como la taína a la cual nos referiremos líneas adelante.
Nobles, prudentes y no caníbales ocuparon las Antillas     
Manuel García Arévalo, Licenciado en Historia, quien ha sido miembro de las academias de la Historia y de Ciencias de la República Dominicana, es otro de los autores de la publicación Taínos, financiada por la empresa Odebrecht, impresa en abril de 2012, en Amigo del Hogar, Santo Domingo.
En esta publicación (267 páginas), además de los dos autores citados, también intervinieron el médico dominicano y especialista en psiquiatría Abelardo Jiménez Lambertus, quien dirigió la Escuela de Antropología de la Universidad Católica de de Santo Domingo. Con igual voluntad intervino Adolfo López Belando, Licenciado en Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid y Bernardo Vega, de la Academia Dominicana de la Historia, autor de treinta y dos libros sobre historia dominicana, cinco de los cuales merecieron el Premio Nacional de Historia. Fue Director del Museo del Hombre Dominicano.
Colón dijo que eran gente de amor y sin codicia   
Escribe García Arévalo que cuando legaron los españoles a esta región, eran los taínos quienes “ocupaban las mayores extensiones territoriales en las grandes Antillas” y de acuerdo al -cronista Pedro Mártir de Anglería- los taínos se definían así mismos como hombres buenos, “…es decir, nobles y prudentes, y no caníbales”.  
El navegante Cristóbal Colón, por su parte, escribió en su diario lo siguiente:
“…son gente de amor y sin codicia y convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestras Altezas que en el mundo creo que no hay ni mejor gente ni mejor tierra, ellos aman a sus prójimos como así mismos, y tienen un habla la más dulce del mundo y mansa, y siempre con risa. Ellos andan desnudos, hombres y mujeres, como sus madres los parieron. Más, crean Vuestras Altezas, que entre sí tienen costumbres muy buenas, y el rey muy maravilloso estado, de una cierta manera tan continente que es placer de verlo todo…”. Poco explicables lo escrito por el navegante Colón pues, con el tiempo siguió los españoles asesinarían no solo la población indígena de la isla sino de buena parte de Suramérica.
Los taínos fueron personas cuya sociedad se gestó unos 300 años antes de que llegara –por citar a algunos historiadores- la depredación europea con ropaje de españoles, portugueses ingleses, franceses y holandeses, entre otros.         
Una organización de cierta complejidad
Para García Arévalo descendió la población taína  de los grupos arahuacos que tuvieron un tronco étnico-lingüístico que salía del nororiente suramericano y que fluyeron hacia las Antillas. Escribe este historiador que la organización de los taínos en materia social, política y religiosa “fue de cierta complejidad, con un nivel de desarrollo suprior al de las bandas tribales, equiparable a la etapa del señorío o estado incipiente llamado localmente cacicazgo, que alcanzó el mayor rasgo de evolución estructural entre todos los grupos indígenas que poblaron la zona antillana (Roberto Cassá, 1974; Frank Moya Pons, 1983; Francisco Moscoso, 2001)”.  
Refiere  así que al momento en que llegan los españoles a esta parte del mundo, “…los taínos ocupaban gran parte de las islas La Española y Puerto Rico, al igual que el Oriente de Cuba y parte de Jamaica. Sin embargo, en adición a los taínos, otras etnias habitaban  las islas del Caribe, como son los casos de los lucayos en las Bahamas, los mcorixes en el noroeste de La Española y los ciguayos en la península de Samaná. Además, las Pequeñas Antillas o Islas Vírgenes habían sido penetradas por los grupos llamados canibas o caribes y desde allí organizaban sus excursiones guerreras hacia el resto de las Grandes Antillas, en particular la isla de Borinquen  o Puerto Rico. Mientras que en los extremos occidentales de Cuba y La Española aún permanecían remanentes de los grupos arcaicos, conocidos con el nombre de guanahatabeyes, que habitaban e cavernas y abrigos rocosos, por lo que fueron llamados en lengua taína con el vocablo siboney, que quiere decir hombres de piedra y piel cobriza”.  
Los taínos vivían desnudos   
Escribe García Arévalo que los taínos eran personas de baja estatura, de cuerpos bien formados, rostros anchos, pómulos pronunciados, piel de color cobre, lampiños, labios semigruesos y una dentadura excelente. El cabello era negro y lacio, cortado por encima de las cejas. Andaban desnudos y con adornos en brazos y piernas. Su unidad territorial fue el cacicazgo, “…que agrupaba a numerosas aldeas” y quien los dirigía era un cacique, quien recibía el cargo heredado por línea materna. Estos jefes indígenas igualmente supervisaban las prácticas religiosas. Eran ellos quienes oficiaban las ceremonias rituales.
Este investigador arqueológico dice que la unidad básica de la sociedad taína fue la familia comunitaria. Los taínos eran monogámicos pero los caciques practicaban la poligamia, es decir, tenían varias mujeres aunque una era la principal. Debían casarse con personas de otras familias.    
Una sociedad basada en la producción agrícola
Según lo que cuenta este investigador –y que en nuestra opinión hoy día cobra una gran vigencia entre las distintas sociedades del mundo-, esta etnia indígena desarrolló “una sociedad basada fundamentalmente en la producción agrícola suficiente para abastecer su autoconsumo y trueque”.
Agrega Manuel García Arévalo que “La recolección de algunos frutos silvestres, la pesca y la caza marginal complementaban su alimentación, empleando en tales actividades instrumentos y técnicas que, junto al uso práctico y medicinal dado aciertas planas, denotan su profundo conocimiento del medio ambiente insular en que habitaban.  
Es interesante saber que, los taínos trabajaban la agricultura en sus conucos, cultivaban la siembra en montículos, talaba y quemaban el bosque y, por si fuera poco, aprovecharon los ciclos de las lluvias para iniciar sus cultivos y casi al final de s evolución, “empleaba ciertos tipos de regadíos  o acequias donde la aridez de la tierra los hacía necesarios”.     

    

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