Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 24 de febrero de 2009

Decir Bolívar, es decir Miranda



La incompleta frase corresponde al ensayista Raúl Valdés Vivó, en su obra “Las dos vidas de Bolívar” (*), tomos en los que ofrece la historia de la independencia de Venezuela, a través del Libertador y su ideario. Y escribí antes que es una frase incompleta la que acreditamos al título, por la sencilla y simple razón de que Valdés lo que señala es que “Decir Bolívar es decir, después de Rodríguez, Miranda.
Se refiere así el también dramaturgo y periodista al querer destacar la importancia del Generalísimo, indicando que con certeza, Francisco de Miranda requiere “ser ubicado dentro de la resistencia de nuestros pueblos que duró los tres siglos malditos señalados por el Libertador. Surge de ella cuando la invasión de Napoleón a España y Portugal colocó todo a debate”.
Apuntala al genio de Miranda y escribe que su mérito fue doble: “Ser el Precursor y sentir que Venezuela era apenas como la habitación de la casa en que se nace”.
Imaginamos que ese mismo pensamiento fue asimilado por Simón Bolívar. Esta lista de héroes, de la que también forman parte Antonio José de Sucre, San Martín, Artigas y otros luchadores, parece haber estado impregnada por esa fragancia de amor al terruño en el que nacieron estos notables hombres y ello pareciera ser así, al revisar lo que escribe Valdés Vivó en el capítulo en el que hace referencia a Nuestra América y Miranda.
“La resistencia comenzó a brotar lentamente –escribe el intelectual-, entre los criollos sudamericanos que se sentían abrumados por su posición legal y real desventajosa frente a los españoles nacidos en la Península y las Islas Canarias. Con persistencia habían ido formando una elite económica y social, la cual acumulaba, al aproximarse el siglo XIX, grandes capitales en el comercio, la minería y la posesión de tierras, incrementándolos por medio de matrimonios ventajosos. No les faltaba determinada influencia política de índole local ni figuras intelectuales”.
Recordamos, en estos instantes, a una apreciada profesora de Historia de Venezuela, Manuela Sosa, quien también fue Directora de la Escuela Normal Gran Colombia y del Centro de Orientación Pedagógica, Andrés Eloy Blanco, quien en clases solía decir que la guerra de independencia, inicialmente, respondía a intereses económicos.
Continúa el ensayista Valdés Vivó y considera que los elementos ideológicos fundamentales que los historiadores suelen examinar “como conducentes al pensar pro independencia en Sudamérica, que estalla con la irrupción de Napoleón, son al menos cinco. Miranda es tal vez, el único directamente relacionado con todos ellos”. Y luego pasa a describirlos:
-Primero. La concepción patrimonial del Estado.
Proviene ella de que las Indias estaban vinculadas a España a través de la persona de su monarca. Las abdicaciones forzadas de Carlos IV y Fernando VII en 1808, rompieron la legitimidad establecida e interrumpieron los vínculos existentes entre la corona y los territorios hispanoamericanos, que se vieron en la necesidad de atender a su propio gobierno.
-Segundo. La difusión de doctrinas populistas.
Desde Santo Tomás de Aquino hasta el español Francisco Suárez, la tradición escolástica había mantenido la teoría de que la soberanía revierte al pueblo cuando falta la figura del rey. Esta doctrina de la soberanía popular, vigente en España, como se hablaba en Cádiz, debió de influir en los independentistas tanto como las emanadas del pensamiento francés ilustrado del siglo XVIII.
-Tercero. La labor de los jesuitas.
Las críticas dirigidas por los miembros de la Compañía de Jesús a la actuación española en América después de su expulsión de España en 1767, plasmadas en abundantes publicaciones, tuvieron gran importancia en la generación de un clima de oposición al gobierno español en la naciente oligarquía criolla.
-Cuatro. Las enseñanzas impartidas por pensadores iluministas.
Miranda fue un hombre del iluminismo, y afianzó sus ideas al tomar la carrera militar.
Los postulados de esa grandiosa corriente opuesta a la pereza mental del feudalismo, aparecían en libros, periódicos europeos, clases de profesores universitarios, academias literarias, sociedades económicas.
-Quinto. La difusión de ideas liberales y revolucionarias por la masonería.
A Miranda se asocia la Logia Lautaro, francmasónica, que ayudó a formar ideológicamente a José de San Martín y otros muchos hombres de la revolución de Mayo en el sur del Continente.
Cita Valdés Vivó que, en el caso de Bolívar, el camino tiene un apellido: Rodríguez (Simón, su Maestro, conocido también como Samuel Robinson). Además, el escritor dice que en lo que concierne a México, ésta nación “encontró sus semillas entre los curas de aldeas, como Hidalgo y Morelos” y sentencia que el detonante de todas esas cargas explosivas fue Napoleón, porque su accionar contra españoles y portugueses “dio el dilema que Lenin fundamento: ni los de arriba ni los de abajo pueden seguir viviendo como antes.
Para este ensayista, “La experiencia vital y las luces de Miranda le dieron el privilegio de imitar a Colón en la búsqueda de nuevos caminos”.

(*) VALDÉS VIVÓ Raúl
Las dos vidas de Bolívar
Fundación Editorial El perro y la rana

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