En realidad a veces no le prestamos atención a ese punto que se refiere a nuestra procedencia y lo mestizos que hoy somos. Cualquiera puede decir que es blanco de cuna, otros dirán que su padre es negro y su madre es blanca, otros alegarán que son descendientes de españoles y que el pelo enrollado lo tienen por un pariente lejos de raza negra, mientras otros hablan de tener abuelas indígenas y negras y otros que son mezclados.
El asunto del mestizaje venezolano es terrífico, como dicen los gringos, pero no por terrible, sino porque la expresión demuestra algo así como muy interesante, entusiasmante y a la vez complicado. Otra pregunta que tiene valor y necesita respuestas es ¿Todos en Latinoamérica tenemos procedencias parecidas, muy diferentes, sin mezclas, con mezclas)
Desconozco al más puro de este país y de este continente suramericano, que diga que tiene una descendencia de sangre azul, lo cual sería altamente complicado porque quienes precisamente vinieron con Colón, tanto los que mandaban como los subalternos no eran personas descendientes de otras personas con lo que algunos denominan linaje, con títulos que a veces le acreditaban a la gente porque los compraban, los recibían por un excelente desempeño en una batalla donde a lo mejor liquidaron a unas cuantas personas o por las torceduras propias de las intrigas políticas que eran muy comunes en los palacios de los llamados reyes.
Si en algo aventajan los españoles a los gringos, alemanes y franceses y otros europeos, es que los hispanos no tuvieron dificultades para intimar con indias y negras. Por supuesto, ello no quiere decir que en las mejores condiciones, porque quienes acompañaron al marino aventurero, no eran exactamente hombres salidos de una academia de buenas costumbres.
Rufino Blanco Fombona, en Ensayos históricos, publicado por la Biblioteca Ayacucho, en 1981, refiere que “En aquel baraje de razas que se produjo en la colonia, y de donde saldrá el basamento de la nueva sociedad, una casta se conservará incontaminada, incólume, orgullosa, pura: la casta criolla, el blanco americano, vástago de conquistadores y pobladores, que será una suerte de nobleza, y que así se llama. Los hombres de esta casta pudieron cohabitar con indias y aún con negras, pero el fruto de esos placeres no lo elevaban socialmente a la condición del padre. Quedaba siendo pueblo.
Las castas, pues, están muy bien delimitadas. Los blancos son muy celosos de sus prerrogativas.
Apurado de dinero y poco escrupuloso, dictó el Monarca de España, a promedios del siglo XVIII, una cédula que se vendía a pardos y mestizos. Se llamaba Cédula de gracias al sacar. Según tarifa, proporcionada a la mayor o menor cantidad de sangre africana, se declara por dicha cédula blancos a los que no lo son. Los americanos blancos pusieron el grito en el cielo”.
Es apreciable, en este sentido histórico aunque siempre actual, ese hecho de la pertenencia a grupos elitescos. Pero Blanco Fombona continúa con el tema y escribe que “Con ese espíritu de toda agrupación, espíritu de defensa y exclusivismo, que hace posible la armonía y aun la existencia entre los distintos centros sociales, los blancos se unificaron y defendieron contra las clases étnicas inferiores y ante el rey. Porque la cuestión era para ellos de mucha entidad. No es que el pardo, por un decreto comprado, fuera étnicamente al blanco, sino que ascendía, en principio, al nivel social de éste, y era apto desde ese punto para ejercer aquellas escasas funciones, más aparatosas que importantes, que el español concedía al colono blanco, pero que bastaban, sin embargo, para conferir a éste el primer puesto en el país donde vivía”. Y más adelante, el periodista y escritor añade:
“La gente de color, encontrando el obstáculo de los criollos, no pudo, a pesar de las cédulas reales, obtener preponderancia social ni política durante la colonia. Mayor cien veces la obtuvo luego, con la República.
Tenemos, pues , una sociedad de castas, a saber: el español, el criollo, el pardo, el indio, los libertos y los esclavos. Entre estas castas hay lucha, ya sorda, ya manifiesta, pero constante; lucha que los españoles dirigentes aprovecharán algunas veces para sus fines de dominación. Ya iniciada la independencia, y por mucho tiempo, España se apoyará en el pueblo contra la oligarquía criolla, que es la que revoluciona”.
Un tema emocionante, porque es irse a esa historia de creación de nacionalidades, es conocer, es sentir muy de cerca la historia y es comprender lo que ahora somos.
El asunto del mestizaje venezolano es terrífico, como dicen los gringos, pero no por terrible, sino porque la expresión demuestra algo así como muy interesante, entusiasmante y a la vez complicado. Otra pregunta que tiene valor y necesita respuestas es ¿Todos en Latinoamérica tenemos procedencias parecidas, muy diferentes, sin mezclas, con mezclas)
Desconozco al más puro de este país y de este continente suramericano, que diga que tiene una descendencia de sangre azul, lo cual sería altamente complicado porque quienes precisamente vinieron con Colón, tanto los que mandaban como los subalternos no eran personas descendientes de otras personas con lo que algunos denominan linaje, con títulos que a veces le acreditaban a la gente porque los compraban, los recibían por un excelente desempeño en una batalla donde a lo mejor liquidaron a unas cuantas personas o por las torceduras propias de las intrigas políticas que eran muy comunes en los palacios de los llamados reyes.
Si en algo aventajan los españoles a los gringos, alemanes y franceses y otros europeos, es que los hispanos no tuvieron dificultades para intimar con indias y negras. Por supuesto, ello no quiere decir que en las mejores condiciones, porque quienes acompañaron al marino aventurero, no eran exactamente hombres salidos de una academia de buenas costumbres.
Rufino Blanco Fombona, en Ensayos históricos, publicado por la Biblioteca Ayacucho, en 1981, refiere que “En aquel baraje de razas que se produjo en la colonia, y de donde saldrá el basamento de la nueva sociedad, una casta se conservará incontaminada, incólume, orgullosa, pura: la casta criolla, el blanco americano, vástago de conquistadores y pobladores, que será una suerte de nobleza, y que así se llama. Los hombres de esta casta pudieron cohabitar con indias y aún con negras, pero el fruto de esos placeres no lo elevaban socialmente a la condición del padre. Quedaba siendo pueblo.
Las castas, pues, están muy bien delimitadas. Los blancos son muy celosos de sus prerrogativas.
Apurado de dinero y poco escrupuloso, dictó el Monarca de España, a promedios del siglo XVIII, una cédula que se vendía a pardos y mestizos. Se llamaba Cédula de gracias al sacar. Según tarifa, proporcionada a la mayor o menor cantidad de sangre africana, se declara por dicha cédula blancos a los que no lo son. Los americanos blancos pusieron el grito en el cielo”.
Es apreciable, en este sentido histórico aunque siempre actual, ese hecho de la pertenencia a grupos elitescos. Pero Blanco Fombona continúa con el tema y escribe que “Con ese espíritu de toda agrupación, espíritu de defensa y exclusivismo, que hace posible la armonía y aun la existencia entre los distintos centros sociales, los blancos se unificaron y defendieron contra las clases étnicas inferiores y ante el rey. Porque la cuestión era para ellos de mucha entidad. No es que el pardo, por un decreto comprado, fuera étnicamente al blanco, sino que ascendía, en principio, al nivel social de éste, y era apto desde ese punto para ejercer aquellas escasas funciones, más aparatosas que importantes, que el español concedía al colono blanco, pero que bastaban, sin embargo, para conferir a éste el primer puesto en el país donde vivía”. Y más adelante, el periodista y escritor añade:
“La gente de color, encontrando el obstáculo de los criollos, no pudo, a pesar de las cédulas reales, obtener preponderancia social ni política durante la colonia. Mayor cien veces la obtuvo luego, con la República.
Tenemos, pues , una sociedad de castas, a saber: el español, el criollo, el pardo, el indio, los libertos y los esclavos. Entre estas castas hay lucha, ya sorda, ya manifiesta, pero constante; lucha que los españoles dirigentes aprovecharán algunas veces para sus fines de dominación. Ya iniciada la independencia, y por mucho tiempo, España se apoyará en el pueblo contra la oligarquía criolla, que es la que revoluciona”.
Un tema emocionante, porque es irse a esa historia de creación de nacionalidades, es conocer, es sentir muy de cerca la historia y es comprender lo que ahora somos.
1 comentario:
MUY BUENAA gracias esto me sirvio para una tarea se lo agradezco :3
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