Pedro Estacio
El problema de salud es un asunto mucho mas serio que la atención y medicación y de hecho, estamos viendo que en EE.UU, el 42% de los integrantes de la generación Z (finales de 1990-mediados de 2000) ha sido diagnosticado con algun tipo de trastorno mental.
Hablamos de personas -de acuerdo a datos de Harmony Healyhcare IT- que podrían no pasar de 25 años. El sentido lógico nos dice que hay una alta proporción de jóvenes latinoamericanos seguidores del transculturizado modo de vida que tiene ese país y no tenemos idea si están o no afectados.
La información indica que la ansiedad seguida por la depresión, el déficit de atención, trastornos postraumáticos, obsesión y trastornos alimenticios, se encuentran entre los problemas mas detectados.
Traumatizante influencia
En ocasiones, ni siquiera pienso en lo que pudiera estar ocurriendo en nuestra Latinoamérica, región no solo invadida por la amplísima exportación de bienes, sino por la traumatizante influencia cultural que atropella con ganas los valores de una vida sana.
¿Cómo podrían ser llamados los grandes espectáculos públicos donde matizados por la música y la variadísima constelación de pildoras y otras cosas impactan la salud de las personas? Recién acabamos de ver en twitter como la presencia, prsuntamente, de un artista generó una estampida en Corea del Sur donde perecieron cerca de 150 personas y hace pocos días hubo otra estampida de jóvenes que estaban frente al mar en Florida, la cual ocurrió cuando un policía con un can rastreador de drogas llegó a esa playa.
Pero ese solo no es el problema porque, en EE.UU, quien no tiene un seguro para ser atendido por un especialista, al menos la familia debe ver como consigue unos 150 dólares para que le atiendan. Imaginamos que está incluido el costo de la consulta y la medicina.¿Eso qué puede significar para los latinoamericanos? Mucho dinero, muy difícil tener para la mayoría.
¿Llegó a Latinoamérica?
Como indicamos al principio, tenemos un problema de salud que está por llegar si acaso no ha llegado a Latinoamérica y que está mas allá de la atención por parte de los médicos y del suministro de las medicinas.
Hay un problema tremendamente educativo que debe ser desarrollado a los fines de atención a las niñas, niños y adolescentes. Debe ser una atención estrictamente colectiva, de la que formen parte padres y representantes, docentes de aulas, el despacho de la salud, el ministerio de ciencia y tecnología, la Ona, la policía y cuanta institución pueda velar por la población joven, porque estamos obligados a prevenir la calamidad, que puede resultar muy grande.. .
El asunto no puede ser visto sino como un grotesco paisaje porque, de acuerdo a los invstigadores, cerca de tres de cada cuatro personas de esa caliificada generación Z suelen decir que el Covid-19 les ha afectado en su salud mental y casi 31% considera que en 2022, su salud mental es mala.
El futuro no aparece en planes
El estricto sentido periodístico me lleva a pensar que, con certeza algo sucede y una simple muestra de eso es la cantidad de profesionales que han estado saiendo en los canales de televisión, la radio y las redes, emitiendo opinión y orientando sobre las conductas de las personas y la necesdad de atención especializada al respecto y otras cosas mas.
Según Harmony Healyhcare IT muchos de los integrantes de la generación Z han reconocido su preocupación e inseguridad con relación al futuro y un 90 % es de la idea de que la gente de su edad “no está preparada para el éxito y un 50 % que no se siente preparado para incorporarse al mundo laboral”. ¿Es o no es seria la cuestión? Basta ver lo que está sucediendo en algunas ciudades de EE.UU, donde los jóvenes acuden al Fentanilo para evadir su realidad. Creo que muy pocas personas mayores andan deambulando dobladas por las calles de rsa nación y ya hasta los califican como la población zombi del futuro.
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