Pedro Estacio
Los venezolanos no debemos olvidar, jamás, que la hostilidad mediática es el arma de guerra que el imperialismo estadounidense, sus primos anglosajones y derivados así como sus vasallos del resto de la Unión Europea, están siempre instrumentando no solo para validar su poder, sino para chantajear o intentar hacerlo a quienes les rechazan y exponen públicamente sus intenciones.
Y no solo para eso vale la hostilidad, sino para lanzar siempre una cortina de negro humo, de modo que tape los malos pasos que vienen dando desde hace siglos con esa codicia por los recursos de los demás, por lo que nunca ha sido de ellos, como el oro, diamantes, petróleo, bauxita, muchas tierras raras, el agua y el ambiente con el que la naturaleza ha adornado a muchas naciones.
Una pelea de siglos
Y ante esa hostilidad manifiesta en las mas de 700 sanciones inmorales e ilegales contra Venezuela del imperio estadounidense y las también ilegalidades del desmoronado mundo europeo, siempre es bueno recordar que estamos obligados a seguir luchando contra esas adversidades. Es mas, en el primer número del Correo del Orinoco en 1818, una de las cosas fundamentales que se dice, es que “Se pelea contra el monopolio y contra el despotismo, por la libertad del comercio universal y por los derechos del mundo”.
No hay ningún invento en toda esta realidad que fue ayer, dos siglos atrás, cuando fue publicado el sentir de la revolución que lideraba el Libertador Simón Bolívar y realidad que es hoy día en el 2022, precisamente en el desarrollo de la revolución bolivariana. Se peleó antes y se sigue haciendo doscientos años después.
Hostilidad abierta y disfrazada
Y es una hostilidad muy abierta en algunas latitudes, por ejemplo cuando las tropas y las armas del imperio y sus vasallos son desplegadas y una hostilidad disfrazada y solapada en ambientes donde sus promotores pretenden hacer creer que el camino de todas las sociedades del mundo debe ser el que ellos decidan construir y a quien no le parezca, pues que se aguante.
En este tiempo, lo que realmente hay que hacer, es quitarle el disfraz a las malas palabras entendiendo como tales, aquellas que venden una democracia que no lo es, que permite el despojo de las personas de modo permanente; a una presunta democracia que amarra con el crédito al profesional universitario; a un sistema bancario que le quita la vivienda a una familia cuando los pagos se vuelven incómodos; a una democracia que no atiende al ser humano que carece de un seguro que cubra sus gastos médicos y que enreda el equilibrio social con una justicia que en realidad es totalmente injusta.
Y una forma para despojar el disfraz y enfrentar las hostilidades es haciendo periodismo, desvistiendo las presuntas verdades con todos los detalles de cada caso, con imágenes que avalen las reales verdades y que adquieran fuerza en el papel.
Es necesario decir para aclarar, que la información en un celular o en una web tiene rapidez, pero no permanece en el tiempo del día por la misma incomodidad que representa su búsqueda. Un diario, parece mentira, tiene una mayor permanencia en el día y no tiene la incomodidad que acompaña su búsqueda electrónica. En el periódico, solo basta abrirlo y buscar la página donde está ubicada la información. Hay una mayor concientización de la información y su mensaje. Es como el libro, aunque la permanencia de este es mucho mayor.
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