Pedro Estacio
Pese a la muy mala programación de algunos canales de la televisión venezolana, escribo con certeza y con mi experiencia como periodista que, quizá uno de los mejores programas que lleva información hacen para los ciudadanos en televisión es Cultivando Patria.
¿Y cuál es la razón para tal afirmación?
Pues, hasta los actuales momentos, es el que mayor contenido educativo le lleva a la gente común y corriente de los millones de hogares que existen, a esas personas que quieren saber qué diablos hacemos para romper con esa realidad nefasta de soportar un cerco a nuestras posibilidades de crecimiento.
Esa óptima ventana futurista que tiene un nombre, si se quiere tan adecuado que el mismo Simón Rodríguez aplaudiría, le viene diciendo a los ciudadanos desde hace largo tiempo que todo es posible en esta tierra y muestra la tranquila y transformadora situación que viene aconteciendo en Venezuela.
El contenido del programa viene mostrando mucho de lo que en la década de los ochenta unos cuantos periodistas, que teníamos inclinación por los temas científicos y tecnológicos, conversábamos cada vez que nos reuníamos en conferencias, foros, simposios, seminarios, etc.
No es olvidable lo que se decía acerca de la ciencia y la tecnología, de las tesis, proyectos de investigación, contratos llave en mano, comisiones técnicas, sistema de información científica, instituciones que hacían ciencia y otras involucradas en lo tecnológico.
Había, ciertamente como un hacer y también dejar pasar, porque muy poco existía ese pensamiento de sustituir lo que se adquiría en el exterior, que es precisamente lo que está haciendo el país en estos momentos. Hoy sabemos y estamos conscientes de que, para bien de lo nacional, debemos producir el mayor número de bienes que necesitamos y, lo que consideramos imposible,
pues lo apartamos un tiempo y lo abordamos cuando las posibilidades mejoren, pero lo que si queda como claro, es que la palabra imposible está siendo disminuida, apartada.
Y eso de cultivar patria debe ser altamente extensivo que conduzca, se acerque al espíritu formativo de la educación venezolana, que se cuele por todas las aulas, que investiguemos profundamente en todas las universidades, pero que antes, en los liceos y escuelas, vaya nutriendo las almas de los futuros profesionales manejadores del país.
Siempre apelo a Simón Rodríguez, porque el orientador de Simón Bolívar, nuestro Libertador, siempre estuvo sumamente claro de lo que debía hacerse con los niños y con las juventudes, como lo recogió el profesor Alfonso Rumazo González en el Ideario de Simón Rodríguez:
“Los hombres deben prepararse al goce de la ciudadanía con cuatro especies de conocimiento, por consiguiente han de recibir cuatro especies de instrucción en su primera y segunda edad: Instrucción social, para hacer una nación prudente; corporal, para hacerla fuerte; técnica para hacerla experta; científica, para hacerla pensadora. Con estos conocimientos prueba el hombre que es animal racional; sin ellos, es un animal, diferente de los demás seres vivientes solo por la superioridad de su instinto”.
Simón Rodríguez, mas que un Maestro fue filósofo y como tal, profundizó siempre en las posibilidades del ser humano y particularmente en el nuevo hombre de este continente. Y ya, al continuar hablando del ser humano y su sociedad cultivaba patria y alertaba al señalar, sin decirnos directamente, la importancia de la unidad para enfrentar las realidades internas y externas:
“Las miras de la sociedad deben ser: 1, que los hombres vivan juntos para evitar males y procurarse goces; 2, que puedan impedir los choques interiores y oponerse a los exteriores y: 3, que dure siempre en el mismo estado, aunque aumente o disminuya el número de individuos”.
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