Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 26 de octubre de 2022

LA APATÍA NUNCA SERÁ BUENA PARA LA SOCIEDAD

 

                                                                     

Pedro Estacio


La dejadez de la gente ante la realidad que le rodea, la indiferencia, el desinterés suelen ser los principales elementos que hace fracasar las intenciones que tienen algunos ciudadanos ante cualquier realidad abordable y sujeta de posibles transformaciones, por lo que ese sentimiento que envuelve a ciertas personas, en nada beneficia a la sociedad, que requiere del concurso de todos quienes la integran.


Hablamos de la apatía, desinterés que es fácil ver en una conversación cualquiera entre un grupo de ciudadanos que aspira a realizar algo que en un momento determinado requiere del concurso de los integrantes del grupo a quienes beneficiará.


Es bueno dejar claro que no debemos identificar la apatía con la posición de quien puede hacer reparos a la manera como se trata de abordar el problema, bien sea el método para alcanzar una determinada meta, el tiempo empleado para su consecución o el camino elegido para alcanzar dicha meta.


La apatía en los seres humanos se aprecia con mucha facilidad en aquellas cuestiones que, sin ser precisamente críticas, son vistas con indiferencia, con desinterés por ciertas personas de un grupo que aparentemente persigue la búsqueda de un arreglo o una solución para el colectivo.


Convocatorias con baja asistencia


En las vecindades de una calle, urbanización, parroquia o un edificio de apartamentos, es bastante visible. Es mas, no hay que salir a tocar las puertas de los vecinos para darnos cuenta de lo que ocurre, solo hay que echarle un vistazo a los grupos que suelen armarse en los chats que integran por celulares.


La medición de la apatía se muestra al hacer la correspondiente convocatoria, cuando los números revelan una baja asistencia no compatible con el volumen real de personas de cierto lugar o sector. Si todos acuden, pues no hay apatía.


Por esos chats se hacen convocatorias a los ciudadanos para que participen en determinadas jornadas. Cuando las mismas son para un beneficio directo a las personas, celebrar un cumpleaños, una fiesta para los niños, pues todos los convocados aparecen y el número de apáticos disminuye, pero cuando la jornada es para efectuar un trabajo necesario a la colectividad, algunos suelen darse por no enterados ni convocados. Y se aprecia en los mismos mensajes que se ven por los celulares, donde muchos se quejan de las conductas poco apropiadas de sus vecinos y de la ausencia de interés por asistir a las reuniones y en las que vuelven a gerenciar sus asociaciones los mismos de siempre porque los demás eluden responsabilizarse. Igual ocurre en los gremios y sindicatos, donde sus directivas suelen repetir en los cargos.


La mancha negra de la iresponsabilidad


Es más, la irresponsabilidad personal aparece como la mancha negra de las vecindades, grandes o pequeñas, en sus calles, barrios, y vecinos de los apartamentos y muy vistos cuando se trata de las elecciones de los directivos que deben gerenciar las asociaciones que tienen que ver con sus lugares de vida.


La apatía, situación que consideramos emocional, está muy vinculada a los intereses del individuo quien opta por desprenderse de una responsabilidad que es compartida en su momento por el grupo. La apatía, que entendemos como algo emocional, pareciera tener un primo cercano, como es el fanático quien bañado en emoción, muestra exagerada pasión por algo en particular como puede ser el futbol, el boxeo o beisbol.


Por supuesto que la diferencia es muy clara. El fanático, con su excesivo celo, considera que su responsabilidad es defender a toda costa al equipo por el cual tiene inclinación, mientras que el apático, elude la responsabilidad grupal. Piensa que es una perdedera de tiempo cuando no le atañe y actuará con el grupo cuando piensa que la solución del problema planteado está de su lado.


El asunto es que tanto la apatía como el fanatismo son emociones que requieren ser controladas por quienes las padecen. Regular las conductas, en cierto modo es un proceso de aprendizaje que, muy particularmente beneficia a las sociedades, que necesitan tener sanos a todos sus integrantes como una vía para afrontar el mundo de posibilidades que tienen por delante.

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